Sonidos General Midi, MT32, Colossus, East West y Yamaha CLP- 860
℗ Sevilla, 2018, Rafael Ignacio Rodríguez Moreno
© Sevilla, 2018, Rafael Ignacio Rodríguez Moreno
Para mis hijos
1 Preludio. “Nosotros mismos debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo”
Ghandi
2 Canto 1 (Canto a). Los pasos del alba. Audigy General Midi.
3 Canto 1 (Canto a). Los pasos del alba. Colossus Eco.
4 Canto 1 (Canto a). Los pasos del alba. Colossus rev.
5 Canto 2 (Canto b).
El vuelo tranquilo e intermitente de las dunas al atardecer de un sol pálido de otoño entre nubes difusas, naranjas, azules… serenidad.
6 Canto 3 (Canto c). Mysterium liberationis. Estancia 1º.
Para este hombre, la senda, de la que día tras día anda el tramo que hay entre su casa y la ciudad, comienza, en realidad, con el grito primigenio que estalla en los orígenes del tiempo de todos, el que no registran los relojes, el que se hace invisible en los espacios desconocidos de las estrellas y del alma, el que se pierde con las lluvias que regaron la tierra que un día sería, también, casa para la vida… Y ese grito ya era de amor que no quería ser solo, que se derramaba para multiplicarse en abrazos y encender las llamaradas que guían nuestros encuentros e iluminan el silencio para que nazca la palabra. En verdad, estoy diciendo que, desde los orígenes del alba, este hombre ya tiene un compromiso y una tarea que le traen el viento, la luz y el sonido que envuelven el paisaje que todos los días recorre: impulsar la vida a su paso, como el hortelano en el huerto. En el susurro de las hojas en los árboles se escuchan los ecos del grito originario, la llamada al renacer permanente de la vida.
7 Canto 4 (Canto d).
En la brisa del mediodía vienen tus palabras y tu alegría desde la orilla en la que vives.
8 Canto 5 (Canto e). Claros en la niebla.
Nuestras miradas se cruzan, se internan en cada uno, la sentimos en la piel como caricias necesarias, nuestro pan, nos acercan desde más allá de las aguas que separan nuestras orillas.
9 Canto 6 (Canto f) Mysterium Liberationis. Estancia 2ª. General Midi.
10 Canto 6 (Canto f) Mysterium Liberationis. Estancia 2ª. MT32.
Este hombre considera que, en consecuencia con lo que hemos conocido en la Estancia anterior, debe dejarse llenar por aquellas reverberancias que viajan en los rayos del sol, encuentra en los alimentos de la tierra, escucha en el trasiego diario de la naturaleza. Y que esa es la manifestación de su libertad, permitirse ser hoja en el árbol y en el viento de la vida que, una vez separada de la rama, nutre el suelo a los pies del que la creó y deja paso al renacer de primavera. Por los años tras los años y estaciones de su existencia. Es por esta consideración que piensa que la libertad, su libertad, nace de hacerse esclavo, con toda conciencia, de la voz primaria que llama, persistentemente, como el viento y las olas, a recrear la vida, y que consiste, por tanto, en dejar que la propia voluntad se abandone y se llene, y que como tal sea también la suya, en la luz que fluye e ilumina los días y las noches desde el principio de todos los tiempos, conciencia atenta y entregada a los vientos, voz de liberación. Su voluntad quiere ser, en consecuencia, palabra, a su vez, que llama a la vida, a su retorno y renacer en el cada día de todos, que se funde con el grito primigenio matizando los sonidos de los campos donde habita, su voluntad quiere ser, por siempre en sus días, una voz más que, en los confines de tiempos y espacios, en la lejanía de aquel impulso primero, obedece la llamada a la creación, se pone a su servicio.
11 Canto 7 (Canto g). Colossus.
Paseo por la orilla al sol de un mediodía de otoño. Las palabras resurgen a nuestro paso amigas, entrañables, al amplio y abierto horizonte de nuestro mar.
12 Canto 8 (Canto h1). Colossus y EW Gold.
13 Canto 8 (Canto h2). Colossus y EW Gold.
A veces nuestras soledades habitan en un helado desierto de alguna orilla de este cálido mar de nuestros encuentros, levantan una catedral al silencio pero nuestras voces vuelan juntas.
14 Canto 9 (Canto i). General Midi y EWGold. Mysterium liberationis. Estancia 3ª.
Este hombre que anda el tramo de senda entre su casa y la ciudad cree, honradamente y con todas sus fuerzas, que lo dicho en las Estancias anteriores es un principio universal que rige todo lo que existe y que por esta ley deberíamos conducirnos todos, que a ella deberíamos obedecer, como un deber ineludible, y en ella confiarnos. Confiar y obedecer, con más intensidad aún en los momentos difíciles de las tentaciones de abandono o de los desiertos del alma. Confiado y entregado este hombre va aprendiendo a encontrar la alegría, incluso en las horas y campos del dolor. Cree que confiar así es esperar siempre de la vida, tener seguridad día a día en su andar por la senda, alegría en su hacer, dar un enorme Sí a su fuerza creativa, a su utopía, a sus sueños. Si de esta forma hace un compromiso con la vida, también lo confirma pues con la alegría. Siente que tiene el deber de ser alegre porque esta energía está en el fuego de la creación y porque se tiene por siervo de la vida. Siendo que piensa y siente así, este hombre se sabe verdaderamente libre cuando se entrega al viento, cuando le da su voluntad para dejarse llevar por él, y en ello le va la alegría de la que hablamos y de esto le nace amar. Estas son sus palabras. Vuelan en la música. Se dejan llevar en cada nota de un violoncello solitario, soledad compartida, en el jardín, ante el mar, en las calles y plazas de la ciudad, en los campos abiertos, de inmensos horizontes, en el monte y el matorral, con la brisa de la tarde y el aire fresco de la amanecida de nuestros veranos, en la lluvia persistente, gota a gota sentida, en el frío que nos llama al abrazo, al encuentro, en los olores del germinar de esta tierra nuestra.
15 Canto 10 (Canto j). General Midi.
Lejanías. Inmenso horizonte nuestro. Tu presencia y tu voz me envuelven como la ola que se arrima, llega a los pies cubriendo la arena a mi paso y se retira mansamente pero la deja húmeda y fresca, ola rota en la tarde de otoño y al instante perdida de nuevo en la mar.
16 Canto 11 (Canto K). General Midi.
Paseas ante un mar atardecido, el cuerpo, la ropa y el alma libres a la brisa. Aves marinas cruzan un cielo que se entrega, aún pintado por colores que no quieren apagarse, a la noche que se acerca.
17 Canto 12 (Canto l). General Midi. Mysterium liberationis. Estancia 4ª.
18 Canto 12 (Canto l). MT32. Mysterium liberationis. Estancia 4ª.
Este hombre que ha aprendido a dialogar con el viento que impulsa aquel grito originario y donde vuela la vida, desea, como ya sabemos, que se haga su voluntad y le entrega la suya. Y es que considera que esos aires animan la alegría de los hombres y mujeres que vivimos en las orillas de este mar de todos:
Hágase tu voluntad, nutriente para la alegría y la vida, en los hombres y mujeres que vivimos a las orillas de este mar de todos, allāh, jahveh, padre, naturaleza, humanidad, hálito del que somos hijos. Hágase tu voluntad de que la alegría sea la energía que recibamos con la brisa del alba y de la atardecida, alimento primordial, tu impulso y espíritu en el que germina y late la vida.
Hágase tu voluntad de crear un mundo hermoso, una tierra llana por donde, sin más, caminar en la alegría, alimentarnos y vestirnos.
Hágase tu voluntad de que ayudemos en la tarea permanente de cuidarlo y recrearlo día tras día de nuestras vidas, estación tras estación a través de los ciclos del tiempo y de los senderos de nuestra historia.
Hágase tu voluntad de jardinero universal y primigenio para que aprendamos a respetar las plantas originales que nos diste al inventar un jardín para tu reino, porque nos encargaste su cuidado y aún no hemos aprendido la tarea.
Hágase tu voluntad de cantar a la vida y de creer en ella como si fuera a vivir eternamente, disfrutando, sereno y divertido o con pena, si el hacer es doloroso, en todo caso, entregado, por cada grano de arena que logre poner para este tu mundo y, luego, marcharme de aquí sin más bagaje que la conciencia tranquila de que hice todo lo que pude de tu encargo, y así lo supe, como el buen albañil que tras la obra se va tranquilo dejando algo mejorada la casa donde habitas
19 Canto 13 (Canto m). General Midi.
Te abrazo. La tarde y la lluvia caen tras la ventana entreabierta, sobre la playa y el mar. Nuestro encuentro seguirá al día que lentamente ahora termina y al que, con la llovizna y la noche, amanecerá.
20 Canto 14 (Canto n). Colossus.
Música para después del alba, Rocío, hija mía, en tu camino por las orillas de nuestro mar.
21 Canto 15 (Canto o). MT32. Mysterium liberationis. Estancia 5ª.
La voz de este hombre, que ya navega en el viento, se afirma en el aire, quiere ser solidaria de la luz y de la buena lluvia:
Hágase tu voluntad de hacer por estar bien, de cuidarme y cuidar al otro, de aprender a preocuparme por él, a tenerle atención, de participar en la construcción de tu reino también en mi interior y con los míos cercanos, de saborear la comida y el vino que pueda tocarme hoy, de disfrutar de las compañías, de los paseos, de mis cosas todas, asuntos y pan nuestro de cada día, motivos para la creación y el encuentro de cada minuto con la vida.
Hágase tu voluntad de dejarme llevar por tu hálito y confiar, de sentirme obligado a estar alegre, porque ese es tu deseo, y a entender y saber compartir los dolores del alma con la propia felicidad y con la que ayude a nacer y crecer a mi alrededor.
Hágase tu voluntad de aprender a elegir la leña para vitalizar mi hogar cuando llegan los fríos de los inviernos del alma y de saber buscar el hielo con el que refrescar el agua que he de beber si alguna vez tuviera que andar, de nuevo, por sus ardientes y solitarios desiertos.
Hágase tu voluntad de saber ir envejeciendo mi cuerpo recibiendo sus desgastes en la alegría del alma, día a día reverdecida por la tarea de cuidar tu jardín, alimentada por la misma savia que hace perenne la hierba, que impulsa juntos al vuelo el canto del ruiseñor, el grito vegetal y la voz del hombre.
Hágase tu voluntad de vivir en paz y, así, saber también retirarme, con respeto y tristeza por ella, de la persona agresiva, para no desperdiciar la alegre energía con la que me alimenté regando tu jardín y emplearme en el quehacer cotidiano de llegar a ser, nada más y nada menos, lo más parecido a tus deseos.
Hágase tu voluntad de saber qué es amor y qué es lo que quiero y puedo hacer con mi riqueza, según tus palabras, de corazón, desde la compañía y misericordia con mi hermano y a mí mismo, sin sacrificios ni ruptura del alma, que amando, según me dices, se que puedo hacer los trabajos de tu jardín y disfrutar al tiempo, según mis gustos, de todo lo que en él me ofreces.
22 Canto 16 (Canto p). General Midi.
Alumbrados por la misma luna, por las cadencias de su luz, fuimos en la noche clara y cálida de todas las orillas de este mar.
23 Canto 17 (Canto q). Colossus y East West.
Ana, hija mía, amaneces y tu alegría baila en la arena del alba.
24 Canto 18 (Canto r). Yamaha CLP- 860. Mysterium liberationis. Estancia 6ª.
Ya podemos decir que en esta Estancia, el hombre vive plenamente su encuentro con las palabras que abren los espacios de la vida. Ha entregado su voluntad al viento que las transportan de una a otra orilla de nuestro mar afirmando la cercanía entre todos los que aquí habitamos:
Hágase la voluntad de que tus palabras reinen y gobiernen este mundo a través de los actos de los hombres y de que una justicia serena y compasiva impregne la nuestra, sazone la piedad nuestros pasos cotidianos llenando los odres de la venganza y del odio con el buen vino de la misericordia, para que podamos beberlo en cualquiera de nuestras orillas, juntos en las largas tardes del verano, tras el trabajo, bajo la parra que entre todos plantamos, en charlas amigas sobre el día que se ha ido y el que vendrá.
Hoy puede ser un buen día, dice el poeta de estas orillas, y sé que quiero planteármelo así porque es deseo del buen cuidador, el que impulsa el viento de la vida, que eso dependa sólo de nosotros, de si seguimos o no las pautas y consejos sobre cómo preocuparnos desde la alegría, aún con dolor, del jardín original, de si escuchamos e hicimos caso o no a las palabras del jardinero universal.
Hágase su voluntad.
Porque haciendo tu voluntad, caminando por tus senderos, me libero de mis engaños, de mis miedos, de todas mis limitaciones al sí espontáneo y pleno de la vida.
25 Canto 19. General Midi. Epílogo. Mysterium Liberationis. Estancia 7ª. El último encuentro.
Así pues, llegados a este punto, creo que se puede ver con claridad que para este hombre la vida se define como un ensayo permanente de creatividad o, mejor, como el impulso y la alegría de crear, del hacer de cada día, del encuentro persistente con el momento, con el presente, como fruta madura que ya se puede tomar o promesa que aún debe seguir en el árbol cuidada de las plagas y alimentada de este sol y el buen riego que llevan a sus ramas todo lo mejor de estas tierras.
Que se haga tu voluntad, dice, refiriéndose al mandato de aquella voz primigenia que escucha cada amanecida, renazca continuamente la vida, palabras que vienen y van en la brisa del alba, impulsa la alegría en tu corazón, en tus manos, en la gente que te rodea y en los que habitan las lejanías. Así, y por la persistencia del mensaje, piensa que es esta la primera y más importante ley que debería regir nuestros pasos.
Entonces, como buen conocedor de los asuntos cotidianos y de las asperezas con las que a veces se muestran, sostiene que debe mantener atenta una cierta parte de su espíritu, aquella a la que llama sanadora. Y es que, con vaivenes, unas veces nos azota la sequía que silencia las fuentes y manantiales y otras los temporales y, con los embates de estos, los caminos a las huertas y las acequias que las riegan pueden sufrir demasiado y estar aquellos inaccesibles para el paso del hortelano y estas para el de las buenas aguas. Pero también ocurre, y a veces igualmente de manera natural, que nuestros caminos interiores, los que más o menos directamente conducen a nuestra casa, estén, como aquellos otros, malparados por las tormentas o silenciados por las sequías del alma, que también las hay y fuertes, como hemos venido a decir, aquellas que humilde o tímidamente llamamos “nuestras cosas”, cuando se nos empiezan a marchitar, por demasiada sed o demasiada agua, las plantas de la confianza y de las esperanzas. Entonces, piensa este hombre, tendríamos que pararnos a las sombras de los viejos olivos, tomar algo y descansar, soñar que la savia de estas tierras y de este sol nos alimenta, nos fortalece y de esta manera nos ayuda a liberarnos de los obstáculos. Y ya algo reconfortados, levantarnos y seguir nuestro caminar.
Este hombre siente que tenemos un sueño para soñar juntos. Respira profundo. Sabe que ha de hacerse maestro en el arte de sanear los caminos de las huertas y las acequias que las riegan así como en el oficio de las técnicas que hacen brotar de nuevo las aguas en los manantiales y que deberíamos enseñarnos unos a otros estos manejos tan nuestros y cercanos, tanto como que el secreto de su aprendizaje está en nuestras manos y en nuestros corazones. Le parece que no hay otra medicina para la liberación (esto que llama andar paso a paso, día a día, por nuestra senda y que libremente corran las aguas de vida por las gavias de sus entornos) que la voluntad de soñarse y plenamente desearse así, emplearse en reconstruir los caminos dañados y las acequias invadidas por las hojarascas de todos los tiempos, en ahondar en el corazón del manantial cegado por la sequía, siendo al fin estas palabras que cada día escucha en la brisa del amanecer: permite que corra el agua de vida, se feliz, extiende felicidad, tan elementales y repetidas, vaciadas a veces por los desgastes de tantos roces con las rocas de las desconfianzas, las que tenemos que librar de las ventoleras que puedan arrastrarlas, como hojas secas y muertas, a las alcantarillas, alejarlas de los horizontes de nuestros deseos.
Bienaventurados, dijo aquel otro a todos los vientos desde la cima de una montaña, y fue sin duda lo mejor que dijo, porque vamos a dejar de ser pobres y participaremos unos y otros de la belleza y entrega de estas tierras, porque nos llega ya la alegría de estar vivos, la que brilla en el agua limpia que corre por los regueros de nuestras huertas y no las lágrimas de tantos llantos, porque nos llega la liberación.
Así podremos llamar al fin a estas tierras las de los frutos de la bondad y, plenamente confiados, esperaremos el sucederse de las estaciones. Volverá la primavera entre olores de glicinias y azahares, en el blanco de las flores de sus frutales y de los muros de nuestras casas, el verano, el olor de los pastos en sus atardeceres y las fiestas de sus noches bajo las estrellas… y al fin el otoño ya nos dejará gustar los frutos de la liberación.
Porque escarbamos en los manantiales con nuestras manos hasta verlos brotar de nuevo, limpiamos las acequias para el riego y saneamos los caminos para nuestros pasos, es ahora ya tiempo de recoger lo soñado, la cosecha en estos campos con tantos esfuerzos trabajados. Pese a la larga ausencia de las lluvias, nuestras plantas se han alimentado. Luego, también volverán nuevos temporales y las viejas sequías, pero ya no hay caminos destruidos y las fuentes y lievas están abiertas para el paso del agua, la que lleva los nutrientes y quita la sed.
Con todo, este hombre sabe, buen conocedor, como dijimos, de las idas y venidas del aire que respiramos, que antes o después pueden retornar los días en los que tengamos que rehacer parte de lo ya logrado. Es por aquellos recurrentes vaivenes de los que hablaba, cosas de nuestra climatología, como hemos ido viendo. Pero ya ha recuperado su oficio de artesano, aquel con el que todos nacemos, dice, y que hemos de descubrir. Es por eso que este se le define como un tiempo renovado, nuevo, renacido. Es tiempo de liberación.
Es posible soñar y hacer un mundo de todos. La paz es posible porque afrontamos juntos la ausencia de las lluvias y las persistentes borrascas. Cogidos de las manos somos capaces de no separarnos en la tormenta ni en la sed y la justicia, que reparte por igual el agua de vida a través de los regajos, la serenidad que nos recupera el arte de amar, el oficio de sanar, son posibles, y también los son los sueños sin angustia, los de los amantes. Son posibles los encuentros, el renacer de los manantiales, ya lo hemos visto, pese a las sequías, con nuestro sólo empeño, y podemos levantarnos y ayudarnos a levantar tras las caídas que nos trae el caminar. Debemos creerla para vivirla, la liberación es posible.
Así, mi amor, así, hermano, hermana, de esta o de las otras orillas, compañeros, compañeras, liberados de nuestros miedos, todos los caminos y sus horizontes, todas las acequias y sus huertos, están abiertos ya y podemos abrir de nuevo en cualquier momento, debemos abrir siempre a nuestros pasos, a los de las aguas, a nuestra labranza, para impulsar la vida.