Mediterráneo (Naturaleza). Libro Segundo de la Música de tu Presencia. De la alegría y de la amiga

℗ Sevilla, 2018, Rafael Ignacio Rodríguez Moreno
© Sevilla, 2018, Rafael Ignacio Rodríguez Moreno

Natura Nostra

A Rocío, mi amiga, mi compañera, con quien comparto los días y las horas en esta naturaleza.

“… empezó a dar palmadas despacio, y a golpearse luego los muslos con las manos, cada vez más rápido, mientras cantaba una vieja tabanca de su infancia, eres una princesa y llevas una corona de flores, los lagartos se detienen a tu paso y las aves te protegen del calor; ven, princesa, ven, dame la mano y baila conmigo, que yo pueda ver el mundo lleno de colores, como tú”
Ángeles Caso (“Contra el Viento”)

1 «Cantos de partisanos». Variaciones sobre canto, flauta y percusión de tradición bereber

2 «Cuando llegas a casa». A modo del Mahur en los trabajos de Burhan Ocal, Turquía, y de las cadencias de al- Andalus

3 «Alegría». Variaciones sobre tema bizantino, Alleluia, en la interpretación de Soeur Marie Keyrouz, (Líbano)

4 «Consolémonos, amor mío, al alba». Variaciones sobre canción tunecina-andalusí. Maluf 18, al Risqi

5 «Hammam». Variaciones sobre flauta y canto tradicional bereber

6 «Este cielo azul que nos acoge». Variación sobre el tema «la yadoum igtirabi», de Assy y Mansour Rabahni, en la interpretación de Fairouz (Líbano)

7 «Cadencias en los espacios de nuestro tiempo». Vivimos juntos. Amanecemos juntos. Cada día, instante a instante, es una permanente y repetida sorpresa, mi amor, un mágico transcurrir por las horas que se extiende ante cada uno, camino siempre abierto a todos los horizontes, espacios que se recrean y renuevan en nuestras miradas siempre encontradas. Allí crecen las plantas de los huertos primordiales que nos alimentan y corren las aguas de manantiales que se nutren de todas las lluvias, las que se perdieron en regajos olvidados y aquellas que calmaron nuestra sed. Con ellas regamos la tierra y dejándonos llevar en su curso nos reencontramos también si nos separó alguna breve tormenta.

8 «En la noche de luna creciente». Variaciones sobre el tema «Noche de Argelia», de Mad Sheer Khan, interpretado por Fela Ababsa

9 «Desde nuestra duna, somos como dos vigías». Canción alegre para nosotros dos. Nuestros tiempos, el de aquellos primeros paseos en estas playas, el de hoy, en una tarde de otoño incipiente y acogedor, el aire aún templado, los de ayer, ya en la creciente madurez de nuestro encuentro, todos los tiempos anteriores a nosotros, tardes que recibieron a otros amantes en estas mismas viejas y siempre renacidas dunas, van y vienen en la brisa que levemente acuna al enebro solitario y al espigado barrón, mece las copas de los pinos en los corrales, balancea al jaguarzo, el cantueso, los junquillos, airea la presencia del almoradux, atrás, en el matorral, hacia los huertos, acaricia la arena que ahora guarda también nuestros besos.

10 «El horizonte amanece ante ti, cada día, limpio, despejado, espacio libre, lienzo intacto, entregándose a tus manos, esperando las formas y colores que habitan tu corazón enamorado de todo lo vivo». Canción de amanecida. Hoy miras a un mar azul, inmenso, alumbrado por soles eternos, desconocido aún. Tú y la luz. Se despejan los cielos y se abren caminos a todos los encuentros, a todas las esperanzas que mantienen, recrean, llaman a la vida. Tus manos extienden los sueños por el lienzo blanco. Tu aliento, como buena brisa, inflama la tela. Navegamos.

11 » Estos finales de abril… esta tarde de lluvia calma, persistente, olorosa, bajo el techo de nuestra casa… esta luz de cielo cubierto, algo de mágica, que se deja enamorar por los colores de tantas flores…». Llovizna de olores, gotas, gotas, en los cristales, resbalan del tejado, de las ramas, sobre la hierba y el suelo de nuestra plazuela…

12 «Aires de libertad». Te quiero libre. Libres nos hizo nuestro encuentro. Mirando a la libertad están las sendas que abrimos en el monte y el matorral, las playas inmensas de estas costas, las de los primeros besos. Te quiero tuya. Nos nombramos en aquel momento para darnos las manos y empezar a andar, y nuestros nombres fueron dos aves que levantan el vuelo, compañeras.